EL
SALUDO
Tú engendras el
saludo
y lo borras con un
gesto
de tu cara. Lo que
importa
es su corazón, no
las palabras.
Si el teléfono la
voz delata
el estado de ánimo
del que habla,
más el saludo
descubre
la verdadera
amistad
o la fingida
desgana.
Aunque disfracemos
la palabra
-mensajero del
saludo descubre
la verdadera
amistad
o la fingida
desgana.
Aunque
disfracemos la
palabra
-mensajera del
saludo-
no podemos ocultar
el latido de la voz
que es el corazón
de la palabra.
No saludes por
oficio
ni rutina vana;
cuando saludes,
pon toda tu alma
en la sonrisa de tu
cara
y un destello de
ternura
en el limpido espejo
de tu mirada.
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