Reseca como ladrillo
la piel del alma;
duro como piedra
el brillo de su
mirada.
Extraviados los
senderos
que conducen a la
nada.
Vacía la fuente de
las lágrimas.
Desiertos los
jardines de la mirada.
Cumbre remota y
lejana
por nadie alcanzada.
Cueva oscura y
sombría
por nadie habitada.
Llanura sin fin,
sin un árbol ni
una sola planta.
Ni una gota de agua
que la sed atenúe.
Ni una brizna de luz
que la oscuridad
alumbre.
Tremenda soledad
la soledad del
corazón.
Mil anhelos
desgarran a tiras
la piel de la vida.
Mil suspiros
no apagan
del corazón la llama
de la compañía.