sábado, 12 de abril de 2014

                                                                                                                                                                                       

Reseca como ladrillo
la piel del alma;
duro como piedra
el brillo de su mirada.

Extraviados los senderos
que conducen a la nada.
Vacía la fuente de las lágrimas.
Desiertos los jardines de la mirada.

Cumbre remota y lejana
por nadie alcanzada.
Cueva oscura y sombría
por nadie habitada.

Llanura sin fin,
sin un árbol ni
una sola planta.
Ni una gota de agua
que la sed atenúe.
Ni una brizna de luz
que la oscuridad alumbre.

Tremenda soledad
la soledad del corazón.

Mil anhelos
desgarran a tiras
la piel de la vida.
Mil suspiros
no apagan
del corazón la llama
de la compañía.














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