jueves, 8 de noviembre de 2012

  CUANDO NOS AMAMOS

Quiero saborear tu piel
con la mirada,
escalar las torres de tus senos
con la yema de mis dedos
y recorrer tu cara
con la brisa clara de mis labios.
Venus del amor y del ensueño,
diosa altiva y bella,
el junco de tu cuerpo
se hace mimbres
en tus brazos.
Huracán de fuego
y vendaval de caricias
son tus dedos
que avivan el incendio
de mis deseos.
El tiempo se transforma
en eternidad sonora
al hechizo de tu palabra,
y por tus ojos aosma
un hontanar de aguas
profundas, misteriosas.
El ciervo se detiene
en la umbría tarde gozosa
y la hembra abre el bosque
a todas sus complacencias;
y cuando cae la tarde
la eternidad empieza
y un relumbrón de estrellas
encendidas atraviesa
la ventana de par en par abierta.
Estallan las entrañas
en un crujido de tormenta
de carne y sangre, y de placeres
hecha. Se adivinan
cataclismos cósmicos,
y la fiereza
del macho descansa
en la tibieza
del regazo de la hembra.

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