domingo, 11 de noviembre de 2012


Luz débil.
El día no acaba de nacer.
Será corta la mañana.


A lo lejos,
arde el horizonte.
Sólo nos llega su luz.



Ni un pájaro en el aire.
El campo ya no respira.
Ha huido la luz.


La luz
todo lo abraza, todo lo penetra, todo lo fecunda,
menos la oscuridad.


Ha bajado del monte,
sobre el pueblo, la niebla.
Un día con pocas ganas de vivir.


Débiles retazos de sol
entre los pinos:
el día que se resiste a morir.


Sangra a borbotones
el horizonte. ¿Por qué
hay que sufrir para morir?

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